sábado, 31 de enero de 2009

EXTRACTOS DE PERIODICOS - FRANCIA, UN PAIS PARA NACER

Extraido de La Vanguardia del 23/01/09

FRANCIA, UN PAIS PARA NACER

El éxito francés en la política de natalidad contrasta con los tímidos avances en España

*** Situacion en España

Béatrice L., contable en unos grandes almacenes de París, acaba de tener a su tercer hijo –un niño– después de haber traído al mundo a dos pizpiretas niñas que ahora tienen 6 y 8 años. El salto de dos a tres no ha requerido un gran debate familiar, se ha impuesto con lógica naturalidad. Como muchas de las madres a las que se cruza cada día camino de la escuela de sus hijas, como muchas de sus compañeras de trabajo y de sus amigas. Como miles de francesas en edad de procrear, para quienes el hispánico ideal de la “parejita” resulta un horizonte demasiado estrecho. Como a todas ellas, a Béatrice no parecen arredrarle ni los peajes de su carrera profesional ni el esfuerzo económico adicional que exigirá la ampliación de la familia.

Tener hijos se ha convertido en Francia enuna vocación masiva. En unas pocas décadas, el país ha devenido el campeón de Europa, junto a Irlanda, de la fecundidad. Tras haber alcanzado en el 2006 la cifra mágica de2hijos por mujer, las francesas han franqueado esta barrera y llegaron el año pasado a una media de 2,02, un nivel no visto en 30 años.

*** España aún no ha alcanzado siquiera el 1,4 niños por mujer en edad fértil –1,39 en el 2007–. Aunque algo ha avanzado en los últimos años, tras permanecer un lustro situada a la cola de Europa de fecundidad con la triste cifra de un hijo por mujer.

En el 2008 vinieron al mundo 834.000 nuevos franceses, una cifra tanto más llamativa cuanto que la proporción de mujeres formalmente en edad de procrear –de 20 a 40 años– ha descendido en 200.000 en diez años. Las francesas son menos pero procrean más, y lohacen a edades cada vez más avanzadas: la media roza ya los 30 años (29,9 para ser exactos). Hoy, el 21,5% de los recién nacidos tienen una madre de más de 35.

Es también esta natalidad desbordante la que explica el constante aumento de la población francesa, que ha llegado ya a los 65,1 millones. Mucho más que la inmigración: si Francia ha crecido en la última década a un ritmo del 0,7% anual, se debe más al saldo natural (0,4%) que al saldo migratorio (0,3%). Tampoco son las mujeres inmigrantes las que inclinan la balanza: la tasa de fecundidad de las mujeres francesas y de las extranjeras está prácticamente en el mismo nivel.

*** La edad media de la maternidad de la mujer española se sitúa casi en los 31 años (30,89 en el 2006), y las previsiones apuntan a que se estancará ahí en la próxima década. El incremento de la natalidad se debe, fundamentalmente, a la entrada a finales de los 90 de un gran número demujeres enedad fértil, pertenecientes a la generación del baby boom, y a la inmigración. El año pasado, de casi 500.000 nacimientos registrados, el 18,9% era de madre extranjera.

¿Cuál es la explicación de este fenómeno? La secretaria de Estado para la Familia, Nadine Morano, se ha apresurado estos días a atribuirlo a la “amplitud de la política familiar” aplicada en Francia. Los demógrafos y sociólogos no serán quienes la desmientan. Los especialistas parecen estar de acuerdo en que la primera razón de esta elevada fecundidad es la decidida política natalista aplicada por los sucesivos gobiernos, ya sean de derecha o de izquierda, desde los años setenta y ochenta. La primera traducción es económica: Francia destina hoy alrededor de 60.000 millones de euros (un 3% del PIB) a sostener su política familiar.

*** España dedica un 0,7% de su PIB a las familias, según datos de Eurostat del 2007. La media europea es de 2,1%.

Las familias francesas se benefician, de entrada, de toda una serie de desgravaciones fiscales en el impuesto sobre la renta. Y disponen además de un amplísimo abanico de ayudas públicas directas. Sólo por el hecho de tener dos o más hijos, con independencia de la renta, toda familia tiene derecho a una subvención mensual constante y regular del Estado hasta que los vástagos alcanzan la edad de 20 años –ni tres ni seis, sino 20–. Con dos niños, la ayuda es de 123,92 euros mensuales; si los hijos son tres, sube a 282,70,ya partir de ahí va aumentando a razón de 158,78 euros al mes por retoño. Todas estas cantidades se incrementan además cuando los hijos alcanzan la edad de 11 y de 16 años.

*** En España. tener hijos es una de las principales desgravaciones en el IRPF tanto en el tramo estatal como el autonómico. Además, las mujeres trabajadoras, al margen de sus ingresos, perciben una ayuda mensual de 100 euros hasta que el niño cumple tres años. Desde el 2007, el Gobierno da una ayuda única de 2.500 euros por nacimiento o adopción. No hay ayudas para el cuidado entre 3 y 18 años.

A los hogares con bajo nivel de renta (hasta 32.813 euros anuales si se trata de una pareja con un hijo, o de 57.801 euros si se trata de un solo progenitor con tres hijos, por ejemplo) el Estado francés otorga una ayuda adicional: un pago inicial de 889,72 euros por nacimientoo adopción,y después una subvención mensual durante los tres primeros años de vida del niño de 177,95 euros.

Béatrice y su marido no reúnen tales requisitos de renta, así que de momento sólo reciben la ayuda general por sus tres hijos; esto es, 282,70 euros al mes. Pero la familia espera ampliar próximamente esta pequeña renta con una ayuda adicional – actualmente en trámite– por el hecho de que Béatrice, una vez agotada la baja de 16 semanas, ha vuelto a trabajar a tiempo parcial: cuatro días sobre cinco a la semana.

*** La baja maternal en España es de 16 semanas, lo que nos sitúa en el octavo lugar del ranking. Además, España cuenta con un permiso paternal, de 15 días. No hay incentivos económicos para facilitar la incorporación de la madre al trabajo, ni tampoco para que el padre o la madre compatibilicen la vida laboral con la familiar. Las escasas ayudas en este ámbito corresponden a las comunidades autónomas y las diferencias entre unas y otras son abismales.

El Gobierno francés, en efecto, compensa también a las familias si uno de los progenitores decide trabajar a tiempo parcial o dejar de trabajar por completo durante un tiempo para ocuparse de su prole. La ayuda, vigente sólo hasta que el niño ha cumplido tres años, oscila entre 139,53 y 552,11 euros al mes, según los casos. Una variante introducida por el gobierno de Dominique Villepin con el fin de fomentar un retorno más rápido al trabajo –sobre todo de las mujeres– permite elevar esta subvención hasta un máximo de 789,54 euros mensuales, pero, eso sí, sólo dura un año y únicamente beneficia a quien deja de trabajar por completo y tiene al menos tres hijos.

*** España destina una media de 134 euros al año por persona a políticas familiares, según los últimos datos de Eurostat del 2004. En estos, están incluidas prestaciones sociales por hijos a cargo y subvenciones para guarderías. Esta cifra está muy lejos de los 2.291 euros al año por persona que perciben en Luxemburgo. Tendría que multiplicarse por tres la cifra española para conseguir llegar a la media de la UE-2005.

Dominique F., de 40 años, funcionaria y amiga de Béatrice, también trabaja a tiempo parcial (al 80%) y se beneficia ya de esta ayuda, bautizada “complemento de libre elección de actividad”. Dominique cobra asimismo la subvención general por hijos a la que tienen derecho todas las familias francesas y, además, el complemento por bajo nivel de renta. Para redondear, obtiene también un notable pellizco del denominado “complemento de libre elección del modo de custodia”, que ayuda a pagar –con un montante de entre 222,78 y 552,11 euros al mes– el contrato de una asistente maternal para que cuide al niño durante algunas horas a la semana. Resultado: con dos niños, uno de 6 y otro de poco más de 1 año, Dominique recibe del Estado 700 euros al mes. Y para ello no ha necesitado dejar de trabajar. Todo lo contrario.

Esta es una de las características fundamentales del sistema francés de apoyo a la familia: fomenta y facilita la compatibilidad de la maternidad con una carrera profesional. Lo que explica que el 81% de las mujeres francesas de entre 25 y 49 años sean activas, y eso no haya ido en detrimento de la natalidad. La sociedad francesa alienta a la mujer a mantener un trabajo fuera de casa. A diferencia de Alemania, donde la madre que no se ocupa personalmente de criar a sus hijos está mal vista –las llamadas rabenmutter, madre cuervo–, en Francia la madre que trabaja está valorada. De modo análogo, la trabajadora que decide ser madre es mucho mejor aceptada que en otros países. Por más que en algunos casos, como el de la ministra de Justicia, Rachida Dati, se crea obligada a reducir su baja de maternidad a sólo cinco días...

Los sociólogos apuntan aún otros factores colaterales: desde la semana laboral de 35 horas –que aporta mayor tiempo para la familia– hasta la crisis. Sí, la crisis. Los franceses, instalados desde hace unos años en un estado de desconcierto y pesimismo colectivo, habrían buscado refugio en un valor estable: la familia.

EXTRACTO DE OPINION

Referirsea Europa como el Viejo Continente no sólo tiene que ver con la historia, sino también con la demografía, aunque sería más correcto llamarlo el envejecido continente: la tendencia se inició en los años setenta con la incorporación masiva de la mujer al mercado laboral y desde entonces pocos países han logrado invertirla y acercarse al ideal de 2,1 hijos, el necesario para mantener estable la población de un país. Sólo Francia, Irlanda, Suecia, Finlandia y Dinamarca se acercan, con entre 1,8 y 2 hijos por familia. Junto con Holanda, son además los únicos países que
superan los 1,7 hijos por mujer, el nivel que garantiza mantener la población con una tasade inmigración moderada.

Que la mujer se quede en casa y no salga a trabajar no es la solución para elevar la tasa de fertilidad. Al contrario. El factor religioso, salvo en el caso irlandés, no cuenta. De acuerdo con el estudio El futuro demográfico de Europa del Berlin Institute, especializado en demografía, los países y regiones europeas con mayores tasa de fecundidad son aquellas con los niveles más altos de educación y empleo entre las mujeres, siempre y cuando cuenten con sólidas políticas públicas de apoyo a la familia. No es casual que los países nórdicos estén a la cabeza de la UE en tasa de fertilidad: “Fueron los primeros en ver que si la mujer trabajaba más fuera
de casa y en empleo cada vez de más cualificación, las familias iban a necesitar más medios para tener hijos. Esas políticas que en Alemania llamaríamos modernas allí existen desde hace 40 años”, explica Reiner Klingholz, director del centro de estudios. “Comparativamente, dan mejores resultados las ayudas estructurales, como las guarderías, que ofrecer apoyo económico a las familias, como hace Alemania”.

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