miércoles, 31 de diciembre de 2008

EXTRACTOS DE PERIODICOS - LA PLAYA EN NAVIDAD

La Vanguardia, 27-12-08:

LA PLAYA EN NAVIDAD

El tío Baixamar cumplió su particular ritual y, también este año, se bañó en el mar la mañana del día de Navidad, no sin antes haber echado un par de carreras por la orilla, en esa playa desierta que constituye el paisaje más valioso de la ciudad. Es el amo de la playa, sentenciamos. “¿Cómo van las fiestas?”, me pregunta el tío Baixamar, mientras fuma su purito. No sé qué decirle, pero él ya sabe la respuesta: la Navidad se nos va con la muerte de la madre y regresa, más tarde, cuando nuestros hijos pequeños la resucitan alrededor del pesebre, el tió que caga regalos, el abeto, Papá Noel, los Reyes Magos y el cine infantil que ponen las cadenas televisivas cada tarde. En medio, la Navidad es un paréntesis que invita a bañarnos en el mar, allí donde la memoria se sintetiza y se depura. Apenas el aroma de algunos guisos, fragmentos de canciones y chistes, un gesto que se perdió en una esquina de febrero, el color de un mantel limpio, el primo que se quedó en Francia, un siglo antes de que todo lo que seremos se haya convertido, finalmente, en todo lo que fuimos.

Se sumerge feliz el tío Baixamar en su mar sin gente y le observo desde la terraza del bar. He aquí un hombre que no envidia nada, que no odia a nadie, que no necesita nada más para vivir. Los años no le han triturado, han respetado su naturaleza porque él ha respetado el equilibrio sutil del que depende todo. Inteligencia y compasión, las dos fuerzas que sostienen lo que algunos llamarían verdad y otros belleza, lo que todos identificamos con la decencia. Cuando nada, en medio de las olas, el tío Baixamar no tiene edad, consigue algo asombroso: detener el tiempo, poner en guardia a los pájaros, bajar la persiana del horizonte. Compasión e inteligencia superaron todas las pruebas: la guerra, la persecución, la traición, la miseria, las falsas esperanzas, los amigos que dejaron de serlo, la venganza de aquellos que le convirtieron en enemigo sin que él lo supiera... Nunca ha hablado con rencor de nadie, esa ha sido su elección. Y su ventaja, enorme, contra aquellos que quisieron destruirle. “No puedo permitirme el odio”, me dijo una vez, hace años. “El que odia acaba enterrando su propia libertad, siempre”, añadió como de pasada. El tío Baixamar no es un santo ni un vendedor de libros de autoayuda, sólo es un tipo que ha sobrevivido y sigue sonriendo. No tiene fórmulas mágicas ni sabe definir la felicidad, ni falta que le hace. Siempre ha peleado pero nunca se queja.

¿Navidad en tiempos de crisis? El tío Baixamar enciende otro purito y calla. ¿Navidad contra la crisis? Ahora, el tío pide un carajillo de coñac, con alegría. Alrededor de los contenedores de la basura se van amontonado las cajas vacías y los plásticos de embalaje. Nos marchamos, pero la playa nos acompaña en el infierno de nuestras chaquetas, junto a la cartera y las fotos de los que queremos.

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