sábado, 15 de mayo de 2010

NACIONAL ASFALTO 2010 - RALLYE CANTABRIA

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Rallye Cantabria Infinita 2010 from Rallyereport on Vimeo.






OPINIÓN: XXXII Rallye Internacional Cantabria Infinita


Una nostalgia justa e inevitable
por Pedro Cañizo

Como agua de mayo, y nunca mejor dicho, esperaban los aficionados cántabros la parada del Campeonato de España de rallyes en nuestra región, que en su trigésimo segunda puesta en escena recibía a todos los equipos participantes con un singular formato en el que la nocturnidad, unida a las adversas condiciones climatológicas, fue decisiva. Una edición en la que la sensación de nostalgia ante el recuerdo de los años dorados de este rallye, de aquel excepcional plantel de pilotos y la singularidad de las máquinas de décadas pasadas ha despertado en muchos de nosotros una justificada actitud crítica con respecto a los cánones o patrones del automovilismo actual. En ocasiones, se recurre al argumento de que el paso del tiempo nos engaña, rompe la objetividad y mistifica hechos del pasado haciéndonos creer que eran mejores de lo que en realidad fueron. Sin embargo, a día de hoy, creo que hay evidencias más que suficientes para darnos cuenta de que los rallyes no son ni la sombra de lo que llegaron a ser hace apenas un decenio.

Tras una primera etapa cargada de sorpresas a través de los 32 kilómetros de la especial “inter-pasiega”, la Merindad de Trasmiera acogería las especiales del sábado, recobrando de algún modo el protagonismo que tuvo en las ediciones de la década de los noventa. Recorridos legendarios cómo los altos de Hoyomenor, La Granja o Fuente Las Varas yacen ya cadáveres, por lo que la necesidad de innovar y buscar nuevas alternativas para cuajar un buen itinerario se torna inexorable. Es precisamente aquí, ante la cada vez más evidente dificultad para obtener los recursos, es decir, los tramos, cuando surge un peligroso conflicto organizacional en el proceso de fecundar un producto eficiente y de calidad. Una calidad de la cual las especiales disputadas eran totalmente acreedoras, pero cuya magnitud global se difumina ante las incongruencias reglamentarias de un descafeinado certamen nacional y frente a la imperiosa necesidad de captar apoyos económicos que obliga a las organizaciones a instalar las asistencias en localidades muy lejanas al epicentro de los bucles.


"...no hemos sabido encauzar los medios
tecnológicos de los vehículos hacia
la maximización del espectáculo y la
vistosidad, que son los conceptos
definitorios por antonomasia del
imaginario colectivo de la afición."

Como acostumbra a decir el incombustible José María Sanz “Loquillo”, a veces es bueno dar un paso atrás para después afianzar dos hacia delante. En nuestro caso no se trata de hacer uso de la legítima y ética necesidad de esclarecer, por ejemplo, los atropellos de caducos regímenes políticos para no cometer las mismas atrocidades en el futuro, sino más bien de trabajar codo con codo, idea con idea, en búsqueda de la emoción y de la dignidad perdida de un deporte, el de los rallyes, que es víctima de una larga e injusta agonía. Digo larga, porque el ocaso de la disciplina es progresivo debido a la pérdida de alicientes imprescindibles año tras año. Y digo injusta, porque no hemos sabido encauzar los medios tecnológicos de los vehículos hacia la maximización del espectáculo y la vistosidad, que son los conceptos definitorios por antonomasia del imaginario colectivo de la afición, la cual, a diferencia de en otras modalidades del automovilismo, es protagonista activa del guión en cada carrera.


FOTO: frenodemano8m.com

Pese a todo, hay aspectos dignos de elogio como la tremenda efectividad y seguridad de las monturas actuales, o la generosa predisposición de ciertos pilotos a regalar bonitas escenas a los espectadores al hacer derrapar sus coches un poco más de lo que exigen las curvas. Y cómo no, la magnífica actuación de nuestro paisano Enrique García Ojeda quien, a base de tesón, habilidad al volante y una admirable conjugación entre humildad y profesionalidad mantiene prendida la llama del automovilismo deportivo en carretera. Una victoria que sin la buena sincronización de todo su equipo y sin el ejemplar esfuerzo de puesta a punto de la máquina nipona, jamás hubiera sido posible. Por cierto, del fútbol, mejor ni hablamos…

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