viernes, 4 de noviembre de 2011

Nacional de rallies, los WRC no solucionarán la crisis

Nacional de rallies, los WRC no solucionarán la crisis

03-11-2011 por Juan José Alonso Prieto

Fuente: http://www.motor2000.net/entrada.php?E=64&PC=2#PosComentarios




A lo largo de esta temporada hemos asistido a la recesión agónica de los certámenes nacionales de carretera: montaña, rallies de tierra y los antes multitudinarios rallies de asfalto, que ahora se debaten en el ser o no ser por la asfixia económica de sus organizadores y participantes.

Como es habitual, la Federación Española de Automovilismo intenta solucionar un estado comatoso a base de aspirinas, repitiendo una historia de fracasos ya conocida cuando en la segunda mitad de la década de los años 80 readmitió a los grupos B después de haberlos prohibido, castrando el nacional de rallies al nivel de monturas de 2 litros. Entonces se pensó que el retorno de los añorados grupos B sería como el bálsamo de Fierabras, pero en su torpeza técnica intentaron rebajar sus prestaciones lastrándolos y restringiendo las medidas de llantas y neumáticos, convirtiéndolos en artefactos peligrosos.

De la táctica “aspirina” ya hemos tenido también el fracaso de la admisión de los vehículos Kit Car, y ahora se quiere repetir el ridículo con los WRC, haciendo una especie de prueba en el Rallye de Madrid, que por otra parte no es el significativo del nacional, pues por su situación geográfica se ha generalizado la errónea teoría de que es el gran escaparate de los rallies en la capital del reino, cuando la realidad es que está desterrado al gélido Circuito del Jarama y los tramos siberianos en la nocturnidad de la sierra norte de Madrid.

Lo del rallye madrileño no deja de ser una anécdota colateral comparada con la idea de recuperar los WRC para el Campeonato de España. Estos vehículos son los que han sido licenciados del mundial precisamente por su carestía y abigarramiento tecnológico, que requiere la intervención de varios ingenieros especialistas en motores, transmisiones y electrónica.

Los WRC supervivientes responden a modelos fuera del circuito comercial, por lo tanto sin ningún interés para que puedan ser apoyados por las marcas, quedando a expensas de los posibles patrocinios -cada vez más escasos y de menor cuantía- o del pecunio particular de los pilotos, para nada dispuestos a embarcarse a esta alocada idea. Es cierto que en varias comunidades perviven contadas unidades, pero sus pilotos las utilizan en unos pocos rallies al año y con unos kilometrajes y características muy distintas a los rallies del campeonato nacional.

Uno de los atractivos que les puede quedar a los WRC es el de su espectacularidad, siempre que sean conducidos por buenos pilotos, pero es que la idea de los venerables burócratas de la Federación Española es castrarlos, como hicieron en su día con los Grupos B, pues prácticamente son los mismos federativos de hace 25 años y en estos cinco lustros ni tan siquiera han evolucionado, demostrando que ni entendían de este deporte, ni en este tiempo tampoco han aprendido, a lo más que han llegado es a descubrir que los patos hacen cua-cua...

¿Saben la complicación tecnológica y costo económico que sería eliminar los diferenciales electrónicos, reducir la brida del turbo y algún otro etcétera...?

Esta roma idea no puede haber nacido más que de unos ejecutivos con sueldos escandalosos en contraste con un deporte empobrecido, y piensan beatíficamente que los pilotos nadan en su misma piscina rebosante de euros.

¿Cómo salvar los rallies nacionales de asfalto?
Tras haberse firmado la defunción de los rallies sobre tierra, con anulación de pruebas, incesantes cambios de calendario y unas listas de participantes que ya no llegan ni a la veintena, la Federación Española debe poner remedio a la modalidad de asfalto, pero no con soluciones minimalistas paridas en la somnolencia de alguno de los tantos opíparos almuerzos habituales de la clase dirigente, sino con el análisis y estudio conjunto de los equipos de competición, de las marcas, de los organizadores, de los pilotos, incluso de la prensa especializada con criterio propio, no de los pesebristas cuya especialidad es la adulación, riendo y coreando las gracietas presidenciales. Y en este supuesto cónclave hay que dar voz también a los disidentes, porque su opinión puede ser la más valiosa por contraste; aunque lamentablemente en nuestro país al que piensa por libre se le suele marginar por díscolo al no comulgar con el sistema. Y de esto les podría aportar amplia experiencia personal.

Son varias y de distinto calado las fórmulas para abaratar el Campeonato de España de Rallies y hacerlo más atractivo, no para dos o tres WRC que poco podrían aportar, sino para un espectro más amplio de pilotos, de esos que siempre están aspirando a dar el salto de sus pruebas regionales a las de categoría nacional.

1) Rallies más coherentes, con tramos homogéneos sobre todo en longitud, eliminando esos tramos disparate con distancias superiores a los 25 km. Limitando en todo lo posible la nocturnidad como elemento inseguro e incrementador del riesgo, además del nulo rendimiento mediático. Promover los tramos-espectáculo ¡siempre diurnos! y aprovechar el montaje para repetirlos al menos en dos ocasiones, tal como se hace en muchos rallies del mundial.

2) Abrir la participación a vehículos con homologación caducada, creando un grupo específico y admitiéndolos en la clasificación general. Por supuesto con la normativa de seguridad similar al resto de los coches. Como ejemplo están los altos niveles de participación en los rallies regionales de Canarias y Galicia.

3) Eliminar el Shakedown, aliviando el gasto de su montaje a las organizaciones y el de la participación a los equipos. En muchos casos este tramo de test podría convertirse en un tramo espectáculo, o en una “Power Stage” semejante a la del mundial, incluyendo el directo de televisión, pero no intentando vender los derechos, sino regalándolos a quien esté interesado por ellos, y que esta cadena o productora tenga la obligatoriedad de distribuir un bloque de imágenes gratuitamente a toda aquella empresa del sector que las demande.

4) Libertad de carburantes, acabando con el escandaloso peaje que se viene soportando en los últimos tiempos.

5) Eliminar el alquiler de los GPS, cada equipo debe adquirir el suyo -bajo una homologación tipo- y que le sirva para toda la temporada.

6) Libertad para que cada organizador tenga autonomía en utilización de sistemas de cronometraje y el proceso informático que considere más conveniente por tecnología o por ahorro económico.

7) Explorar las posibilidades del cronometraje por GPS, tal como se está haciendo y con éxito total en los rallies de regularidad. Además de la inexistencia de fallos, el costo económico puede llegar hasta un 80% de reducción.

8) Abolir la obligatoriedad de los “Coches R” de la Federación Española. En cambio cada Federación Regional deberá tener sus vehículos propios -debidamente homologados- que así servirían para dar esa cobertura al resto de los rallies regionales, cuyos participantes tienen el mismo derecho que los del Campeonato de España a ese tipo de asistencia y cobertura.

9) Desde la propia Federación Española se debe promover la mayor difusión posible de los rallies con un amplio y adecuado servicio de prensa, bien a través de una agencia de noticias nacional, o por el propio departamento de prensa del ente federativo, cuya misión actual no parece ser otra que la de “guardia de Corps” para Carlos Gracia.

10) Eliminar los abusivos “derechos de calendario” o dejarlos en una cantidad simbólica. La compensación de este desfase debe provenir de la reducción de unos sueldos escandalosos en el staff directivo y ejecutivo, más propios del gobernador del Banco de España que de los rectores de un deporte que se muere por falta de recursos y estímulos económicos.

11) Gestionar patrocinadores para todos los rallies, no para el propio órgano federativo.

12) Aminorar la cohorte de observadores, comisarios de esto y de lo otro, y personajes diversos que desde la Federación Española o en su nombre acuden a cada rallye, en muchos casos sin otra función que la puramente turística. La mayoría de esas funciones pueden ser asumidas por el Colegio de Oficiales de cada Región, que los hay en número y capacitación suficiente, como se demuestra en los distintos rallies que se disputan al año en cada comunidad. La sangría económica de este capítulo es un puro escándalo, por ejemplo en sus desplazamientos aéreos solo admiten viajar en clase preferente, proponerles el low cost sería una ofensa a su sagrada categoría.

Si don Carlos Gracia, su comisión de rallies y su equipo de asesores tuvieran la valentía de ejecutar este programa, u otro similar e incluso mejorado, el Campeonato de España de Rallies podría recuperar la brillantez que tuvo en tiempos pretéritos.

Una brillantez que no podrá recuperarse por la vía de atraer a dos o tres monturas WRC desfasadas comercialmente, carísimas de mantener y encima con la pretensión de castrarlas para privarlas de la espectacularidad, su característica primordial.



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